Una vez más apareció anoche en el Santiago Bernabeula eterna vertiente que transporta al equipo hacia una victoria agónica impulsada más por el coraje del futbolista que por su calidad.
Anoche aunque el resultado se le pueda considerar de victoria épica habría que traducirlo en un triunfo trabajado y el gol del final simplemente es el resultado de haberse vaciado intentando acorralar al rival, empujando a todo el estadio hacia la portería de Ricardo y lograr el ansiado premio.
Resultaría engañoso decir que el Real Madrid jugó un gran partido pero mostró una constancia en el juego que no se le había visto en todo el año y unos problemas defensivos también desaparecidos a lo largo del mismo. El equipo tuvo muchísimas ocasiones de gol que el portero del Osasuna logró ir evitando a lo largo de toda la segunda parte. El equipo navarro dispuso de las suyas, probablemente de la más clara de todo el partido y no la logró aprovechar. Luego símplemente apareció en genio portugués.
Cristiano Ronaldo volvió a demostrar que sus equipos ganan porque él los hace buenos. Su ego, potencia, verticalidad, golpeo de balón y ganas son únicas. Su físico envidiable y su eterna autocrítica desmedida hacen de él un genio incansable cuyo único objetivo es lograr el triunfo. No se sabe si vale 96 millones de euros pero si alguien los vale es él. Se ha convertido (tras Leo Messi) en el mejor jugador de esta liga y en el tercer máximo goleador a pesar de estar 2 meses lesionado.
A parte de ésto el Real Madrid tiene que ver que su objetivo sigues siendo inalcanzable mientras no pinche el Barça y que tiene un gran escollo en este Mallorca de Manzano que hará historia.
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